Mariposita canta Ariel Ardit con la orq. dirigida por Andres Linekzy
Crece desde el pie canta Alfredo Zitarroza
No Se poema en la voz de Ida Villarino
La Canción y el poema canta Alfredo Zitarroza
ALMA DE MILONGUERO (cuento) Jorge Gomez Monroy
I
Casi sin fuerzas, pero con un brillo especial en mirada, el viejo milonguero llegó a las oficinas de diario del pueblo, se aceró al mostrador y le dictó a la empleada el siguiente aviso:
“LLAMADO A LA SOLIDARIDAD TANGUERA.
A la mujer que en la última milonga bailó conmigo esa extraña y mágica versión del tango “Mariposita”, le ruego me devuelva el alma a la mayor brevedad posible. No es un alma demasiado especial, pero es la única que tengo y la necesito para seguir soñando.
Por favor, entregarla en la mesa del fondo, bajo la ventana que da a la plaza.
Varios días después, en la milonga siguiente, algunas mujeres hacían cola ante la mesa del fondo, bajo la ventana que da a la plaza, cada una con un alma en la mano. El hombre fue probándose, una a una, todas las almas que le llevaron, pero ninguna era la suya. Algunas le quedaban grandes, otras pequeñas, algunas, demasiado jóvenes para él y otras, demasiado gastadas. Había almas perdidas en otros tangos, almas de Poema y de Remembranzas, almas de Pavadita y de Grisel, pero ninguna era la suya. A punto estaba por quedarse con un alma de A Evaristo Carriego que, de todas las que le habían llevado, era la más parecida a la suya. Pero pensó pobre el hombre que la había entregado en aquel tango y en su desesperación por recuperarla, y prefirió dejarla.
Ya han pasado cuatro o cinco milongas, y en cada una se lo ha visto ahí, sentado en la mesa del fondo bajo la ventana que da a la plaza, mirando bailar a las almas, de dos en dos, con la esperanza de reconocer la suya. De tanto en tanto se lo ve bailar, pero ya no baila igual. Ahora su abrazo es abierto, su mirada es distante y las mujeres que bailan con él ya no cierran los ojos, como cuan él abrazaba con el alma.
Hasta el momento, de aquella versión extraña de Mariposita, no se ha vuelto a saber. De ella, tampoco. Hay quien cree que todo ha sido fruto del alcohol o de su imaginación tanguera. Pero él sabe que no. Sabe que ese tango anda suelto por ahí, de milonga en milonga, coleccionando almas y que, talvez, un día volverá. Por eso, cada noche, desde la mesa del fondo, bajo la ventana que da a la plaza con la mirada clavada en la puerta de viejo ascensor, espera escuchar ese bandoneón, con su resuello tristón, para verla llegar y decirle: Vos te equivocaste con tu arrullo de sedas palpitante, y yo con mi barullo, de sueños delirantes, en un mundo engañador. Volvamos a lo de ante dame el alma y vámonos.
El alma debe evolucionar,desarrollar todos sus sentidos para no ser sorprendida.Puede aceptar de manera cómplice un secuentro pero siempre debe saber cual es el camino de regreso.
ResponderEliminarFelicitaciones,un relato inspirador y emotivo
Si cuantas reflexiones nos puede inspirar un cuento o una historia, y nos emocionan gracias un fuerte abrazo!!!
EliminarGracias Raul por encontrar etos relatos y compartirlos.
ResponderEliminarPor muchos relatos más
Gracias a vos Silvia por escuchar y leer los relatos y comentar, animan a seguir compartiendo, abrazo fuerte
EliminarQue bueno este nuevo formato! El cuento central: el sagrado llamado de las almas...tu magnífico recitado, Raúl, la poesía rioplatense.... Felicidades!!!
ResponderEliminarMuchisimas gracias, Marce me alegro que te guste este formato, y por supuesto tus comentarios siempre animan a seguir creando espacios y compartir, el Tango... abrazo fuerte!!!
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