El abrazo perdido cuento de Silvia Montañes

 

El abrazo perdido cuento de Silvia Montañes

Tango Nada de Dames y Sanguinetti del disco Cantor y Milonguero canta Raúl Mamone y el Tango Reencuentro de Ricardo Martin

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El abrazo perdido de Silvia Montañes

Cuando lo abrazó sintió que el tiempo se detenía, tal vez porque danzaban siguiendo el sentido opuesto de las agujas del reloj.

Fue así que el último tango de la tanda siguió sonando.

Para los demás el tiempo transcurrió con normalidad por lo cual la pista perdió las almas que allí bailaban.

Quedaron solos…El hechizo se rompió cuando el mozo se acercó y le dijo: -Señorita, terminó la milonga

Ella se sobresaltó y se dio cuenta que estaba sola, sentada en la mesita del patio de tango que tanto le gustaba. Siempre se sentaba allí porque podía apreciar el burbujeo del río y la majestuosidad de la montaña. Todavía no había tomado el jugo que la casa ofrecía al atardecer. Entonces se sintió confundida.

¡Todo había sido tan real.!!!. Le pidió al mozo unos minutos para beber su jugo y se retiró.

Mientras regresaba se dio cuenta que traía en su mano una flor. Empezó a caminar y sintió un vacío desolador.

-¿Cómo dijo que se llamaba? Y tratando de rememorar llegó aquel nombre. Manuel. ¡¡¡Sí!!! Manuel era su nombre, un nombre antiguo...

-Nunca me había sentido así. Perder ese abrazo fue como estar bajo la lluvia en el desierto.

-Mañana volveré, iré temprano, tal vez regrese, me sentaré en el mismo lugar.

Sentada en su mesita, no logró mirar a nadie porque su mirada se perdía en un recuerdo cercano. Escuchaba a la orquesta lejana y a la voz del cantante que la envolvía.

De repente vio que el cantante venía directo hacia ella sin dejar de cantar, le puso el micrófono en frente y ella se escuchó entonando .

Barrio de tango, luna y misterio…

Cuando terminó la estrofa sintió que el corazón se desbocaba Se le cruzó la loca idea que tal vez cantó ese tango como ninguna, con pena de bandoneón.

Entonces creyó que debía dar por concluida la noche. Esta vez fue la primera en abandonarla. Mientras caminaba hacia la salida le pareció que las farolas la saludaban con amabilidad., lo que le causó impresión. Pudo percibir que su pulso aceleraba.

Cuando vio su rosal, se dio cuenta que había llegado a casa. Con alivio abrió la puerta, fue directo al dormitorio, se recostó en su cama y quedó profundamente dormida. Soñó con ese abrazo y cuando sintió que le arrancaban la voz se despertó.

Se levantó dando tropezones, se sirvió un café y vio una nota bajo la puerta que decía.

He llegado hasta tu casa

yo no sé cómo he podido

si me han dicho que no estás

que ya nunca volverás

si me han dicho que te has ido...

Y el tango siguió diciendo:

...nada queda en tu casa natal

sólo telarañas que teje el yuyal...

Y el rosal que ya no existe…

¿Dónde estás?

-Pero es que estoy .. pensó ella, no escuché la puerta.

Entonces la abrió y vio una lágrima hecha flor, igual a la que trajo la noche del abrazo. Así evocó aquel momento tan etéreo y eterno. Parecía que ya habían pasado más de mil noches. Algo extraño estaba sucediendo, tal vez estaban transitando tiempos o dimensiones diferentes. Sólo trató de acordarse en qué preciso instante lograron la conexión. Recordó que él se presentó cuando en que la casa de tango sirvió un jugo exquisito llamado Menta y Cedrón, lo hacen en horario vespertino anunciando la puesta de sol.

Entonces volvió al patio de tango. Sentada en la mesita, llegó su jugo y se dio cuenta que podía concertar un encuentro, hacerlo en la letra de un tango. Pidió lápiz y papel y escribió Reencuentro, creyó que a partir de esa palabra algo iba a acontecer...

Mientras avanzaba en la escritura escuchó una voz que susurraba:

…Después de tantos años, volvemos a encontrarnos...