viernes, 18 de marzo de 2022

1.1 Hasta el cielo se ha puesto a llorar de Ernesto Pierro y otras historias

 

Piantaos por el Tango Idea, producción y conducción Raúl Mamone

Cuenta Tango Hasta el cielo se ha puesto a llorar cuento de (Barrilete) Ernesto Pierro

Tango Garua en la voz de Roberto el Polaco Goyeneche con la orquesta de Atilio Stampone
El Poetango de la Semana
El Ultimo round canta Ruben Juarez con la orq. de Raúl Garelo
El Puente poema de Mario Benedetti
Puente Alsina canta Edmundo Rivero con acompañamiento de guitarras
Tu Corazón canta Nina Miranda con la Orq. de Donato Racciatti

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Hasta el cielo se ha puesto a llorar (Seudónimo del Autor: Barrilete)

 Como casi todos los viernes a esa hora, el entusiasmo era desbordante en la vieja cantina. Afuera el frío era intenso, y caía una molesta llovizna que le hizo recordar a Augusto los versos de "Garúa", pero ese clima externo no parecía preocupar al centenar de parroquianos que allí  cantaban y bailaban, al ritmo de la música caribeña que interpretaba el grupo de Damián y sus Mulatones.

Augusto sonrió para sí pensando que era una lástima que no tuviera "Garúa" en su repertorio, pero nunca había  querido cantar ese tema porque sentía que como su admirado Goyeneche no podía interpretarlo nadie.

Saludó a Berto, el hijo del dueño, y le pidió una botella de vino blanco natural: no ignoraba que su garganta no daba ya como para andar tomando cosas frías. Les guiñó un ojo a Damián y a sus Mulatones, como diciéndoles que se quedasen tranquilos, que él ya había llegado y entonces ellos podrían ir a descansar;

En ese rato, Augusto se mandaría su media hora de tangos, a sabiendas de que ya nadie le prestaba atención cuando cantaba, a sabiendas de que su par de actuaciones de media hora cada una para cubrir los espacios que dejaba el ruidoso grupo de Damián, eran sólo una excusa para que la gente se sentara a charlar y, sobre todo, a pedir comida y bebida.

Se fue para el camarín, que de algún modo había que llamar a aquel cuartucho despintado y mal iluminado, que siempre olía a humedad y pis de gato. Comprobó lo que suponía: el bandoneonista aún no había llegado; y conjeturó que tampoco llegaría: algunos viernes lo llamaban de un club donde le pagaban lo mismo que en la cantina, pero el club le quedaba mucho más cerca de su casa. Así que Augusto le iba a tener que pedir otra vez a ese guitarrista bochinchero del grupo de Damián que lo acompañara, y rogar que metiera alguna nota bien, aunque sea de vez en cuando.

Sirvió vino en el vaso que le habían dado junto con la botella; levantó el vaso y brindó, pese a que con él sólo estaba su sombra.

Esa noche se cumplían cincuenta años de la primera vez que había cantado en público, en su querido y natal Tres Arroyos, en un club de fomento que ya no existía, frente a tantos seres queridos que ya tampoco estaban. Brindó por ellos y por él, y sobre todo por Marisa, aquel primer amor inolvidable que lo esperó inútilmente en Tres Arroyos durante tantos años. Años en los que Augusto cantaba en el `Marabú', y "el Maestro" dirigía la típica.

Mientras se servía otro vaso, rememoró aquellas noches gloriosas: su figura estilizada,

su voz fresca, su cabello prolijamente cortado en la mejor peluquería, la mirada vivaz, los trajes caros, el Longines de oro 18 kilates, el público ovacionándolo, las mujeres ofreciéndosele...

El espejo le devolvió su imagen, que casi no reconoció, de tanto no mirarla: ¿cómo podía haberse achicado físicamente de ese modo sin siquiera darse cuenta? ¿cómo y cuándo se le habían formado tantas arrugas en la cara y en las manos? ¿desde cuándo su pelo era tan poco y tan blanco? ¿qué había sido del brillo de sus ojos?

Iba ya por el cuarto vaso cuando Rulo, el guitarrista de Damián y sus Mulatones, entró al camarín para informarle que el bandoneonista no vendría, y que entonces él se ofrecía a acompañarlo musicalmente.

Augusto le agradeció con una forzada sonrisa y le pidió que lo esperara en el escenario. Rulo sólo aceptó con la condición de llevarse la botella de vino, a lo que  Augusto accedió, pensando que después de todo ya era hora de echar mano a la petaca de ginebra que tenía en el  bolsillo interno del saco.

Tuvo que tomar directamente del pico, porque Rulo se llevó también el vaso. Se bajó la petaca casi de un trago, y puteó con ganas antes de tirarla contra el espejo. Luego se acomodó la corbata y salió del camarín algo mareado, pero tratando de mantenerse erguido. Subió a la tarima que hacía las veces de scenario y no agradeció el tibio aplauso de los comensales. Tampoco le preguntó al Rulo si conocía la melodía del tango que en ese momento decidió que iba a cantar, tal  vez porque adivinó que la respuesta hubiera sido negativa, tal vez porque prefirió cantarlo a capella nomás, tan sólo con el alma acompañándolo.

Estaba casi terminando el tema -sólo le faltaba la frase final: “hastael cielo se ha puesto a llorar”-, cuando el calor de la pasión se fue transmutando en un frío sórdido e irreparable, y su cuerpo inerte fue a caer sobre la mesa de unos atribulados comensales, que cambiaron involuntariamente la despedida de soltero por el vano intento de reanimar a un cuerpo y a un alma que habían decidido despedirse para siempre. Todos los que estuvieron allí siguen afirmando queesa noche, Augusto cantó "Garúa" mejor que Goyeneche..


 



4 comentarios:

  1. Maravilloso, maravilloso el programa, felicidades a Ernesto Puerro; muy identificada con "El último round" en estos momentos de mi vida. Y Felicidades a vos, Raúl, por tu excelente narración!
    Me piace, me piace...es un bálsamo escucharlos!

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    1. Graciassssss Marce por tu mensaje y comentarios, me anima para seguir compartiendo el Tango en sus diferentes formas, El ultimo round si que es apropiado y por eso, lo comparti, estoy en esos momentos también. abrazo enorme y seguimos!!!una curiosidad no se porque tu comentario se publicó 4 veces, pucha que te gusto, jajaja

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  2. A través de la ficción me conecto con una frase que dice que el temor más grande es el de conocer nuestro propio poder.Finalmente pudo superar a su propio ídolo,tal vez se dio cuenta tarde que en realidad pudo superarse a si mismo.Bueno a este lugar me llevó este bello relato,me hizo viajar por estos pensamientos.
    Muchas Gracias

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    1. Muchisimas gracias Silvia, por tus reflexiones siempre tan acertivas... me alegro que un cuento te lleve a un lugar y viajar con las palabras... abrazo fuerte!!!

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